Se atribuye esta anécdota a Unamuno.
Un buen día iba Don Miguel de Unamuno paseando y se encontró de frente un hombre con el que se llevaba muy mal. Entonces el rival le dijo: "yo no cedo el paso a los imbéciles", a lo que contestó Unamuno: "sin embargo yo sí, pase". Y le cedió el paso.
Un buen día iba Don Miguel de Unamuno paseando y se encontró de frente un hombre con el que se llevaba muy mal. Entonces el rival le dijo: "yo no cedo el paso a los imbéciles", a lo que contestó Unamuno: "sin embargo yo sí, pase". Y le cedió el paso.
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