En 1929, Bernard Grasset recibió por correo un manuscrito titulado David Golder. Entusiasmado tras su lectura, de inmediato decidió publicarlo, pero el autor, tal vez temiendo un fracaso, no había incluido ni su nombre ni su dirección, tan sólo un apartado de correos. Así pues, Grasset publicó un breve anuncio en los periódicos invitando al misterioso escritor a que se diera a conocer.
Cuando se publicó, la novela David Golder fue unánimemente aplaudida por la crítica, hasta el punto de que Iréne Némirovsky se convirtió en una celebridad, adulada por escritores tan dispares como Joseph Kessel, que era judío, y Robert Brasillach, monárquico de extrema derecha y antisemita.
Iréne Némirovsky nació el 11 de febrero de 1903 en Kiev, hija de uno de los banqueros más ricos de Rusia, y judío. Cuando vivían en Rusia, los Némirovsky disfrutaban de un alto nivel de vida. Todos los veranos abandonaban Ucrania ya fuese con destino a Crimea o a Biarritz, San Juan de Luz y Hendaya, o la Costa Azul. En el momento en que estalló la Revolución de Octubre, los Némirovsky residían en San Petersburgo
En julio de 1919, la familia embarcó en un pequeño carguero que los llevaría a Ruán. Navegaron durante diez días, sin escalas, en medio de una espantosa tempestad que habría de inspirar la dramática escena final de David Golder. En París, Léon Némirovsky asumió la dirección de una sucursal de su banco, y de ese modo pudo reconstituir su fortuna.
Iréne se matriculó en la Sorbona y obtuvo una licenciatura en Letras con mención.
Irene conoce a Mijail, llamado Michel Epstein, «un morenito de tez muy oscura» que no tarda en hacerle la corte. Ingeniero en física y electricidad por la Universidad de San Petersburgo, trabaja como apoderado en la Banque des Pays du Nord, en la rue Gaillon. Lo encuentra de su agrado, flirtea y en 1926 se casa con él.
Su hija Denise nace en 1929. Una segunda niña, Élisabeth, vendrá al mundo el 20 de marzo de 1937.
Pese a su notoriedad, Iréne Némirovsky, que se ha enamorado de Francia y de su buena sociedad, no conseguirá la nacionalidad francesa. En el contexto de la psicosis de guerra de 1939, y tras una década marcada por un antisemitismo violento que presenta a los judíos como invasores dañinos, mercachifles, belicosos, sedientos de poder, promotores de guerras, a un tiempo burgueses y revolucionarios, toma la decisión de convertirse al cristianismo junto con sus hijas. La madrugada del 2 de febrero de 1939, en la capilla de Santa María de París, la bautiza un amigo de la familia, monseñor Ghika, príncipe-obispo rumano.
La víspera del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, Iréne y Michel Epstein conducen a Denise y Élisabeth, sus dos hijas, a Issy-l'Évêque, en Saône-et-Loire, con su niñera Cécile Michaud, natural de ese pueblo. Iréne y Michel Epstein regresan a París, desde donde harán frecuentes visitas a sus hijas, hasta que se establece la línea de demarcación en junio de 1940.
El primer estatuto de los judíos, del 3 de octubre de 1940, les asigna una condición social y jurídica inferior que los convierte en parias. Michel ya no tiene derecho a trabajar en la Banque des Pays du Nord; Iréne ya no puede publicar. Ambos abandonan París y se reúnen con sus hijas. En octubre de 1940 se promulga una ley sobre «los ciudadanos extranjeros de raza judía». Estipula que pueden ser internados en campos de concentración o estar bajo arresto domiciliario
El 12 de junio de 1942, pocos días antes de su arresto, duda que logre acabar la gran obra emprendida. Ha tenido el presentimiento de que le queda poco tiempo de vida. No obstante, continúa redactando sus notas, paralelamente a la escritura del libro.
El 3 de julio de 1942 escribe: «Desde luego, y a menos que las cosas duren y se compliquen aún más, ¡que todo acabe, bien o mal!» Ve la situación como una serie de violentas sacudidas que podrían acabar con su vida.
El 11 de julio trabaja en el pinar, sentada sobre su jersey de lana azul, «en medio de un océano de hojas podridas y empapadas por la tormenta de la pasada noche como sobre una balsa, con las piernas dobladas bajo el cuerpo».
Ese mismo día escribe a su director literario en Albin Michel una carta que no deja ninguna duda sobre su certeza de que no sobreviviría a la guerra que los nazis habían declarado a los judíos: «Querido amigo... piense en mí. He escrito mucho. Supongo que serán obras póstumas, pero ayuda a pasar el tiempo.»
El 13 de julio, los gendarmes franceses llaman a la puerta de los Némirovsky. Van a detener a Iréne. Es internada el 16 de julio en el campo de concentración de Pithiviers, en el Loiret. Al día siguiente la deportan a Auschwitz en el convoy número 6 y es asesinada el 17 de agosto de 1942.
Michel Epstein Será a su vez deportado a Auschwitz el 6 de noviembre de 1942, y ejecutado al llegar.
Apenas hubieron arrestado a Michel Epstein, los gendarmes se presentaron en la escuela municipal para apoderarse de la pequeña Denise, a la que su maestra logró esconder en el reducido espacio que quedaba entre su cama y la pared.
Lejos de desanimarse, los gendarmes franceses perseguirán obstinadamente a las dos niñas, buscándolas por todas partes para hacerles correr la misma suerte que a sus padres. Su tutora tendrá la presencia de ánimo de descoser la estrella judía de las ropas de Denise y ayudar a las dos chiquillas a cruzar Francia clandestinamente. Pasarán varios meses ocultas primero en un convento y luego en sótanos en la región de Burdeos.
En su huida, la tutora y las dos niñas se llevaron consigo una maleta que contenía fotos, documentos de la familia y este último manuscrito de la escritora, redactado con letra minúscula para economizar la tinta y el pésimo papel de guerra. Iréne Némirovsky había trazado en aquella postrera obra un retrato implacable de la Francia abúlica, vencida y ocupada.
Denise había salvado el precioso cuaderno. No se atrevía a abrirlo, le bastaba con verlo. No obstante, una vez trató de conocer su contenido, pero le resultó demasiado doloroso. Pasaron los años.
MYRIAM ANISSIMOV
Estos son fragmentos del prólogo de Suite Francesa, de Irène Némirovsky. La obra fue publicada finalmente en 2004.
Esta novela tuve la suerte de leerla hace un par de años. La obra quedó inconclusa. En el libro se incluyen las notas de la escritora sobre el curso que tomarían las diferentes historias que relata, pero yo he preferido no leerlas, me quedo con lo que pudo escribir hasta el momento de su detención. Sólo cuatro días después de escribir esas últimas líneas moría en Auschwitz.
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