domingo, 17 de abril de 2011

Una tarde de verano

Escuché contar esta historia a la propia María Dolores Pradera.

Siendo ella una jovencita como de 15 años vivía en Madrid en una típica corrala. En los días de verano de calor asfixiante todo el mundo tenía las ventanas abiertas hacia la corrala.

Pues uno de esos días trasteando por casa, empezó ella a cantar y poco a poco se fue emocionando y subiendo el volumen de su voz. De repente un vecino se asomó a alguna de aquellas ventanas y gritó: ¡esa radio! En ese momento la hicieron la muchacha más feliz del mundo.

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