miércoles, 22 de abril de 2009

En la cola de un cine

Figúrate que estando un día en la cola de un cine se me acerca una muchacha y me dice: “¿Le importaría mucho sacarme dos butacas?” Yo me azoré, y dije casi a gritos: “!Todo lo contrario¡” Entonces se me ocurrió una trastada. Pensé que podía pedir mi butaca al lado de las suyas, por más que siempre pensara ir arriba que son algo más baratas. La sola idea ya me puso nervioso, y, luego, aguardé a que apagaran la luz para que ella no advirtiese mi azoramiento, y cuando en la penumbra me senté a su lado, y ella me miró de reojo, noté como si llevara una piedra dentro del vientre.

Y lo que son las casualidades, la película trataba de un empleadillo de Banca que se enamora de una millonaria, y la millonaria aparenta ser otra empleadilla para que el empleadillo la quiera por ella y no por su dinero. No me pude contener, Davicito, y me aproximé a ella, y aunque se me nublaba la voz, dije: “También yo soy empleado de Banca.” Ella sonrió, y dijo a media voz: “Desde luego yo no soy millonaria.” Yo me sentí audaz, y añadí: “Tanto mejor.” Al salir la acompañé a casa, y en los días sucesivos vigilé sus salidas, y una tarde que estaba en la cola de otro cine me hice el encontradizo, y la dije: “Señorita, ¿le importaría sacarme una localidad?” Y, pásmate, que eso le hizo gracia, y a partir de ese momento nos hicimos buenos amigos y nos veíamos con frecuencia, y yo estaba bien harto de la patrona, que andaba liada con un estudiante jovencito, y no le cobraba el pupilaje; y del belga, que se emborrachaba con cerveza y orinaba, cada noche, dentro de la bañera. ¡Figúrate qué cochinada¡

Una noche me bebí tres copas y le dije a Aurita que sería feliz casándome con ella y viviendo en un pisito con tres habitaciones y baño. Aurita rompió a reír, y dijo: “Bueno; pues seamos felices entonces.” Y empezamos a hacer cálculos, y, en teoría, el presupuesto alcanzaba holgadamente, y Aurita dijo, entonces: “Chico, no olvides que mi pasión es el cine.” Tenía los ojos húmedos y los párpados entornados, Davicito, y yo sentí en ese instante unos diabólicos deseos de besarla.

Fragmento de "El loco", Miguel Delibes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito! Me encanta leer, antes leía cualquier cosa que cayera en mis manos, ahora tengo menos tiempo y cae uno al mes. He terminado "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" y ahora estoy con " La mujer verde" de Arnaldur Indridason. te dejo que me voy a pasear un rato a mi chucha
Susana

La Dama del Unicornio dijo...

También he leído a Stieg Larsson, y me ha gustado. Ya estoy esperandoq ue publiquen el tercero en junio.
Ya me dirás si merece la pena el libro que estás leyendo.