Ya se sabe que en cuestiones históricas nos tenemos que fiar de lo que nos cuentan pues no tenemos el vídeo en youtube que lo confirme, pero parece que la frase se atribuye a Enrique IV de Francia.
Pues el tal Enrique, si bien fue bautizado católico al nacer, posteriormente su madre lo educó en el protestantismo, más concretamente en el calvinismo. Este enfrentamiento religioso marcaría su vida y una gran parte de la historia de aquel momento en Francia.
Precisamente para lograr el acercamiento entre ambas religiones se pactó su matrimonio con Margarita de Valois (católica), a la que también conocemos como la Reina Margot. Las madres de ambos Juana de Albret y Catalina de Medici, fueron las que orquestaron toda la trama.
Margarita de Valois era hermana del que en aquel momento era rey de Francia, Carlos IX , y Enrique que todavía no era rey de Navarra ya era el joven líder del partido protestante. Con esta unión pretendían reconciliar ambas religiones y parar las guerras que este conflicto estaba provocando. Pero la unión no empezó bien.
Juana de Albret, pedía que Margarita se convirtiera al protestantismo para casarse con su hijo, a lo que ella se negó y Juana tuvo que ceder. Si lo que buscaban con este matrimonio era la paz, consiguieron todo lo contrario. Cada uno de los bandos comenzó una lucha por el poder en Francia que desembocó en la famosa noche que se recuerda como la Matanza de San Bartolomé, donde se dio muerte a gran número de protestantes, sólo unos días después de celebrarse el enlace.
En ese momento, Enrique, ante el miedo a ser también asesinado, abjura del protestantismo para salvar su vida. Pero no tarda en volver a declararse protestante en cuanto se encuentra a salvo y protegido por los suyos.
Y así transcurrió su vida entre una serie de luchas religiosas por el poder del trono de Francia.
Durante estos años Carlos IX murió y lo sucedió su hermano Enrique III, todos ellos católicos, pero a la muerte de éste último el heredero al trono era Enrique de Navarra, lo cual era inaceptable para el partido católico, así como para el Papa y el rey español Felipe II. Finalmente todos ellos accedieron al acceso efectivo al trono francés de Enrique, con la condición de que abjurara del protestantismo, una vez más.
Y es en este momento, el 25 de julio de 1593, durante su conversión al catolicismo, cuando se le tribuye la célebre frase «París bien vale una misa» (en francés: Paris vaut bien une messe). Con dicha frase quiso expresar que se convertía al catolicismo sólo por obtener el trono, pero no verdaderamente de sentimiento.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Buscaremos otro para el próximo día.
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